Cómo puedes sumar los prebióticos a tu dieta

Muchas personas acostumbran a confundir el término prebiótico con probiótico, que todo y que no significan lo mismo, sí están relacionados.

Para que conozcas mejor los prebióticos hoy en FitWorld te contamos todo sobre ellos: qué son y cómo puedes sumarlos a tu dieta fácilmente.

¿Qué son los prebióticos?

A diferencia de los probióticos, los prebióticos no son bacterias vivas o microorganismos que podamos ingerir o que habiten en nuestro cuerpo, sino que son sustancias (muchas de ellas fibras alimentarias) que actúan como sustrato de los primeros.

Los prebióticos más estudiados son dos: la inulina y los fructooligosacáridos (conocidos también como FOS), y pueden aparecer de forma natural en algunos alimentos o ser añadidos por el productor para dotar al alimento de beneficios concretos.

Aunque el término existe desde hace más de 20 años, no ha sido hasta este año que en un panel internacional de 12 científicos, se tomó un consenso acerca de la definición de prebiótico.

Actualmente, se considera que un prebiótico es: un sustrato que los microorganismos del huésped utilizan selectivamente para aportar un beneficio a la salud, como es el caso de Bifidobacterias y Lactobacilos, entre otros.

Los beneficios de los prebióticos para nuestra salud

Los prebióticos, al estimular la actividad y favorecer el crecimiento de bacterias que benefician la salud, pueden ofrecer diferentes ventajas. Entre ellas, mejorar el funcionamiento intestinal ayudando a reducir el estreñimiento y prevenir enfermedades intestinales tales como gastroenteritis, infecciones o patologías inflamatorias como síndrome de intestino irritable o enfermedad de Crohn.

Asimismo, dado que los probióticos tienen amplias funciones, los prebióticos que son su sustrato también resultan beneficiosos para mejorar la utilización de energía al producir cambios en los microorganismos intestinales que podrían ser de ayuda para prevenir el aumento de peso y la obesidad.

Por otro lado, el efecto prebiótico sobre las bacterias intestinales podría favorecer el funcionamiento del sistema inmune y así, alejarnos de todo tipo de enfermedades, entre ellas, las degenerativas como el cáncer, según señala un estudio publicado en 2010 por British Journal of Nutrition.

Asimismo el consumo de prebióticos demostró, en una investigación de la Universidad de Cambridge, incrementar hormonas y péptidos que favorecen la saciedad en el organismo, así como la capacidad de reducir el incremento de la glucosa e insulina posterior a una comida.

Todo esto indica que el consumo de prebióticos puede ofrecer diferentes beneficios sobre la salud general y especialmente sobre nuestro metabolismo. Es por ello, que en nuestra dieta no deberían faltar estos compuestos que tantas ventajas pueden brindarnos.

¿Cómo añado prebióticos a mi dieta?

Según científicos de la Universidad de Minnesota la inulina y oligofructosa (OF), lactulosa y almidón resistente (RS) son los principales compuestos que cumplen con la definición de prebiótico.

Todos estos compuestos los podemos obtener sumando los siguientes alimentos a la dieta:

*Ajo, cebolla y poro que poseen además de inulina, fructooligosacáridos.

*Espárrago y alcachofa, son fuente de inulina y otros oligosacáridos.

*Plátano que es fuente de oligofructosa y de almidón resistente, especialmente de este último cuando se trata de plátano inmaduro.

*Legumbres, papa y camote que son fuente de rafinosa y estaquiosa, dos tipos de oligosacáridos que representan también al almidón resistente a la digestión.

*Trigo de grano entero y sus derivados como puede ser el pan de grano completo que son fuente de almidón resistente e inulina.

*Cebada, avena y maíz de grano entero que al igual que el trigo incluyen sus derivados, todos con almidón resistente, oligosacáridos e inulina.

Fuente: Vitónica

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